Supongamos y sólo eso, que el virus muta y se declara la pandemia a nivel mundial.
Se sabe que la vacuna no estará disponible hasta meses después y, aún así, hay que sumar la demora en el proceso de fabricación y distribución masiva, por lo que es evidente que durante ese plazo no habrá protección posible y sólo la iniciativa y creatividad individual podrá prevenir el contagio.
Me pregunto cuáles serán las consecuencias y como cambiarán nuestros hábitos durante ese plazo crítico entre pandemia y vacuna:
¿Iremos con máscaras por la calle?.
¿Compraremos productos alimenticios sólo envasados?
¿Dejaremos que niños vayan al colegio?
¿Evitaremos los lugares públicos y cerrados?
¿Seguiremos utilizando el metro y el autobús?
¿Viajaremos en avión?
¿Cerrarán los cines, teatros y restaurantes?
¿Iremos a los centros comerciales, hipermercados o supermercados climatizados?
¿Habrá quién pueda dejar el puesto de trabajo y trasladarse a su segunda residencia o refugios aislados?.
¿Qué ocurrirá si en un hospital, cuartel o centro penitenciario se declara la enfermedad?.
¿Intervendrán los servicios públicos en zonas de riesgo declarado?.
¿Que dicen las pólizas de seguro ante esa eventualidad?.
¿Serán suficientes los servicios funerarios habituales?.
¿Los servicios médicos de urgencia asistirán a los pacientes en sus casas?.
¿Cómo se dimensionarán los servicios de urgencias hospitalarios en cuanto a personal, camas, y tratamientos paliativos?.
No hay duda de que todo puede cambiar y mucho. El pánico y el instinto de conservación son enormes fuerzas incontrolables.
Los Estados y los Gobiernos deben estar prevenidos y ser creativos, nada de lo aprendido servirá, hay que anticiparse y hacer prospectiva con los medios y las acciones, pero sobre todo pensar de forma distinta y crear grupos de trabajo con intelectuales, científicos y profesionales de distintas disciplinas que sumen esfuerzos y sinergias en la concepción y toma de medidas preventivas especiales.
Muchas vidas estarán en juego, todas únicas e importantes. No bastará con hacer lo que hagan los otros países y entretener a los supervivientes con porcentajes y falsas esperanzas. Sólo imaginando el peor de los escenarios se acertará evitando un colsal e inhumano desastre en ese plazo crítico entre pandemia y vacuna.