Llega el fin de semana, sin horarios, sin normas, sin reglamentos ni responsabilidades. No hay faltas ni despidos. No hay suspensiones de pago ni quiebras. No está el Jefe y todo lo negativo que ello implica. Todo queda quieto. Inmóvil. Suspendido. Las próximas 48 horas son nuestras.
Llega un fin de semana en el que los tiempos y espacios son personales y los compartimos con quien queremos. Habrán momentos de ocio, de paseo, de conversación, de cariño, de lectura, de todo y de nada pero completamente nuestros.
Podemos dejar de ser actores profesionales para ser nosotros mismos, sin trajes, ni uniformes, es nuestro tiempo, es nuestro espacio y nosotros los dueños.
Disfrutemos de esa libertad que perderemos dentro de 48 horas, puesto que el Jefe y los clientes volverán a ser los dueños.
Llega un fin de semana en el que los tiempos y espacios son personales y los compartimos con quien queremos. Habrán momentos de ocio, de paseo, de conversación, de cariño, de lectura, de todo y de nada pero completamente nuestros.
Podemos dejar de ser actores profesionales para ser nosotros mismos, sin trajes, ni uniformes, es nuestro tiempo, es nuestro espacio y nosotros los dueños.
Disfrutemos de esa libertad que perderemos dentro de 48 horas, puesto que el Jefe y los clientes volverán a ser los dueños.