ENSEÑANZA

Profesor y pizarra permanecen inalterables, son la constante en cualquier aula. El conocimiento, cada vez más complejo, sigue transmiténdose a través de la palabra y el rotulador, único instrumento que denota el cambio tecnológico después de la tiza.

No son los maestros ni los alumnos los responsables del fracaso escolar, son las nulas o inadecuadas herramientas que se utilizan para esa transferencia del saber. Lo habitual, la palabra, ha quedado obsoleta. Es insuficiente para transferir el conocimiento vigente.

Faltan ideas; falta compromiso; falta creativida; falta visión; faltan ganas; falta valentía. Sobra el copiar a otros países.

El éxito juvenil de un programa de televisión, de un videojuego, de una canción o de una película depende de diversos factores y los especialistas en esas disciplinas lo saben muy bien y aún así no siempre dan en la diana. Sin embargo, no cesan en el empeño de comunicar, distraer, motivar, entusiasmar a su potencial audiencia.

Me pregunto, ¿qué Gobierno y Ministro asignarán una partida presupuestaria en I+D para que la literatura, la historia, las matemáticas, la física, la química, los idiomas, etc. se enseñen con arreglo a los nuevos hábitos y capacidades humanas que la tecnología del ocio ha hecho brotar en el ser humano?.

Tal vez la PlayStation sea en el futuro el sinónimo de libro y cada uno de sus programas una asignatura.