Suelo clasificar a esos profesionales en cuatro categorías:
El profesional
El técnico
El cortés
El despachador
A cada uno le corresponden subcategorías, pero no es el lugar para desarrollar una tésis.
El vendedor profesional es el que todo comprador busca y no encuentra. Es un ser imaginable pero tan escaso que resulta irreal, utópico. Un profesional completo, íntegro, absoluto.
El vendedor técnico, tiene conocimiento, lo sabe todo o mucho del producto o servicio pero no sabe comunicarlo y no entiende de psicología en la venta. Le basta con saber, un saber que se queda para él y sólo comparte en pequeñas dósis.
El vendedor cortés es el que sustituye su falta de conocimientos por un trato cordial. Si de él dependiera vendería cortesía en lugar de productos o servicios. Es el que todo lo tiene que consultar, pero, eso sí, siempre con una sonrisa.
El despachador es lo que se lleva, es el último grito en ventas. Rostro inexpresivo, apático. No le importa decir que no sabe. Sólo está para sacar la etiqueta y cobrar. No se plantea que aporta. Minimiza su labor a lo que le han dicho y poco le importa su proyección profesional y el qué dirán.
Creo que la primera generación de robots para la venta estará dirigida a la sustitución de esa última categoría. No olvidemos que estamos en la era de los servicios y no siempre el consumo es un buen indicativo del nivel profesional de ese último o primer eslabón (el vendedor) de la cadena productiva.
El profesional
El técnico
El cortés
El despachador
A cada uno le corresponden subcategorías, pero no es el lugar para desarrollar una tésis.
El vendedor profesional es el que todo comprador busca y no encuentra. Es un ser imaginable pero tan escaso que resulta irreal, utópico. Un profesional completo, íntegro, absoluto.
El vendedor técnico, tiene conocimiento, lo sabe todo o mucho del producto o servicio pero no sabe comunicarlo y no entiende de psicología en la venta. Le basta con saber, un saber que se queda para él y sólo comparte en pequeñas dósis.
El vendedor cortés es el que sustituye su falta de conocimientos por un trato cordial. Si de él dependiera vendería cortesía en lugar de productos o servicios. Es el que todo lo tiene que consultar, pero, eso sí, siempre con una sonrisa.
El despachador es lo que se lleva, es el último grito en ventas. Rostro inexpresivo, apático. No le importa decir que no sabe. Sólo está para sacar la etiqueta y cobrar. No se plantea que aporta. Minimiza su labor a lo que le han dicho y poco le importa su proyección profesional y el qué dirán.
Creo que la primera generación de robots para la venta estará dirigida a la sustitución de esa última categoría. No olvidemos que estamos en la era de los servicios y no siempre el consumo es un buen indicativo del nivel profesional de ese último o primer eslabón (el vendedor) de la cadena productiva.