Del artículo “Hacia las naciones transversales de uno mismo”, publicado en el nº 54 de Infonomia por Sergi Rucabado y Alfons Cornella, extraigo el siguiente texto:
Me siento cada vez más cómodo hablando con la gente “que me entiende” que con la gente “de mi sitio” y más adelante, dicen: Somos de la ciudad que escogemos. No de un estado que se nos impone. Somos de una comunidad científica, de aficiones, o de voluntades, con las que nos sentimos a gusto.
Aunque pueda parecer trivial y lógico bien merece la pena reflexionar sobre ello y dar un nuevo impulso a las ideas evocadas o evocables por esos conceptos.
Internet ha hecho añicos las distancias. Han desaparecido los espacios, los tiempos y hasta el anonimato. Cuando nos conectamos a la red viajamos por el mundo. Parece que todo está a nuestro alcance. Podemos buscar colectivos con las mismas aficiones, intereses o trabajo. Todo es más localizable en ese universo digital y aparentemente caótico de mentes atómicas interactuando.
Se trata de sentirnos a gusto y ya no es nuestro entorno inmediato quién puede o debe cubrir esas necesidades intelectuales. Los colectivos internacionales afines con nuestras inquietudes pueden con los locales, más costumbristas y posiblemente menos enriquecedores.
Parafraseando el artículo, busquemos donde estar a gusto sin necesidad de que sea lo que tenemos cerca.