Panadería

He ido a por pan y ha sido fácil comprobar que la base de conocimientos que se exige a la dependiente para atender al público es ínfima, basta con conocer el nombre de las distintas barras y su precio, manejar la caja y saber dar el cambio que indica la máquina.

O mucho me equivoco o es una profesión que pronto desaparecerá. El valor añadido que aporta es prácticamente nulo y sin embargo su coste es elevado con relación a ese valor.

Admito que ser atendido por una dependiente agradable, simpática, educada y ágil haría que mis reflexiones fuesen menos frías y pudiera reconsiderar estos valores en mi frío análisis, pero el listón ha ido bajando a causa de los pocos requisitos que se exigen en la profesión y muchas veces he encontrado un gran parecido entre lo que hace quien me atiende y lo que haría un robot de primera generación.