Nos infravaloramos. No somos conscientes de lo que hemos aprendido y realmente sabemos. Sólo la interacción con los "otros" permite medirnos, pero nuestros círculos sociales y profesionales son siempre o casi siempre los mismos y, por ese motivo, los umbrales de nuevo conocimiento que recibimos o emitimos es siempre el mismo y resulta poco estimulante por lo previsible.
Es conveniente experimentar, ser como "esponjas" de nuevos conocimientos. Hay que ir en busca de nuevos estímulos intelectuales y dejar de ser simples espectadores pasivos. Hemos de involucrarnos en nuevas actividades. Ser participativos.
Suelo decir que tras leer un libro ya no somos los mismos y sin duda nos ocurre lo mismo tras ver un didáctico documental, asistir a una exposición, a una conferencia o a una obra de teatro, cualquier espectáculo puede añadir nuevos valores, nuevas ideas, nuevas sensaciones y emociones que van a interactuar con las que ya tenemos o conocemos y nos acercarán a un nuevo umbral de conocimiento.
Faltan "gimnasios mentales", donde nuestras mentes se hagan más ágiles, más creativas, más curiosas con lo que conocemos y sabemos, pero en su defecto convirtamos nuestras vidas en un inmenso gimnasio y busquemos esos estímulos y esos nuevos conocimientos para seguir "creciendo".