Microinnovación

Hace pocos días entré en una cafería a la que hacía tiempo que no acudía y mi sorpresa fué comprobar que todo estaba como lo recordaba. Coincidía con mi fotografía mental de hacía años. El mismo ambiente, las mismas bebidas, las mismas tapas, el mismo servicio, todo estaba igual. Sólo el precio del cortado había cambiado, era más caro y no precisamente por el mayor valor añadido del producto, del entorno o del servicio.

Evidentemente si no se cambian las pequeñas cosas, no se pueden cambiar las mayores.
Es muy probable que algunos de los clientes de esa cafetería hubiésemos podido consumir algo más por su novedad o por su presentación, pero la rutina y los hábitos dan al traste con esa capacidad latente de creatividad e innovación que sin duda tiene el propietario o el encargado.

Como digo, en lo pequeño está la fuerza del cambio, es fácil, inmediato y los resultados estimulan a perpetuarlo.

¿Cómo vamos a acostumbrarnos y a aceptar el cambio y la innovación si no lo hacemos con nuestras propias rutinas personales o profesionales?. No podemos ser agentes pasivos en esa nueva realidad, hemos de ser micro o macromotores del cambio, no hay marcha atrás y apearse de la evolución y revolución tecnológica, científica y social que vivimos es muy peligroso.