Políticos

Hay ciertos cargos públicos que por motivos históricos y el poder político que implican generan en el ciudadano un gran respeto, sin embargo, cuando hablan quienes acaban ocupando la plaza generan un sentimiento de recelo ya que entre lo imaginado y lo real hay una gran disonancia. No son buenos oradores, su talante y carisma es más bien vulgar y en cuanto a los resultados dejan mucho que desear. Por si fuera poco, sus estrategias ofensivas y defensivas en el cargo se basan en revestir los acontecimientos de desinformación y las principales emociones que guían sus actos son la soberbia y la envidia.

O apostamos por políticos cualificados con más valores y menos vicios capitales o estará en juego la democracia.