Al artista que es capaz de hacer, fabricar o comprar algo y venderlo a mayor precio de lo que ha costado yo le llamo empresario.
Al artista capaz de adquirir tiempos y habilidades de otros para hacer, fabricar o comprar algo y venderlo a mayor precio de lo que ha costado yo le llamo empresario.
Resumiendo. Al que es capaz de vender algo y repetirlo a mayor precio de lo que le ha costado yo le llamo empresario. Lo opuesto, que sería vender sin haber comprado, es ser un ladrón, un estafador o un especulador.
Dejando de lado a los delincuentes, clasifico a los empresarios en tres categorías:
A) El revendedor, que se limita a comprar cosas que hacen otros, subirle el precio y revenderlo.
B) El vendedor, que coloca elementos que compra por separado para que cumplan una función. Suma los costes, les sube el precio y vende el servicio.
C) El creador, una auténtica minoría. No es un mercader. Transforma una idea en una realidad. Aplica y genera nuevo conocimiento. Genera riqueza para él y para la comunidad de la que se sirve. No obstante, el final es el mismo. Sumar los costes, añadir un beneficio y venderlo.
Como vemos, el éxito empresarial se resume en conseguir vender de forma repetida cualquier cosa con el mayor beneficio posible y ese beneficio siempre supone una pérdida para el comprador. Cuanto mayor beneficio de uno, mayor es la pérdida del otro.
En los negocios pasa lo mismo que con la energía, el dinero no se pierde, sólo se transforma. Nunca ganan las dos partes. El que vende siempre gana si hay beneficio. El beneficio siempre es como una parte del producto o del servicio que se cobra pero no se da.
Llegados a este punto del análisis me pregunto si es lícito que sea el dinero y no el saber hacer el que mueva la economía occidental. El engaño, la mentira, el marketing, la publicidad, son siempre herramientas para ocultar el beneficio que lleva implícita la venta de cualquier cosa.
El empresario soberbio y egoísta que proyecta su éxito con vestuario, coches, yates o aviones no deja de ser el exponente de que ha dado con la clave para sacar el máximo beneficio a costa de sus clientes. No les roba porque les da algo a cambio de su dinero, sin embargo se lo vende a un precio muy superior al de su coste. A eso le llamamos éxito profesional y gran empresario.
No se. Veo mérito si lo comparo a un artista interpretando el papel de embaucador, pero no veo mérito humano e intelectual en ello. La desinformación o la información asimétrica entre las partes durante el proceso de venta permiten al empresario ocultar esa cantidad de producto que no da y que es el beneficio. El puede hacerlo, está acreditado y autorizado, los que no pueden hacerlo son sus empleados. Sus tiempos son adquiridos mediante un salario y hagan más o hagan menos están incapacitados para negociar con beneficios.
Ocho horas diarias y un salario mensual, eso es todo. Si quieres más beneficios consume menos y ahorra más pero la palabra “beneficio” está reservada al empresario.
Creo que falta una revolución. Creo que ha llegado el momento del cambio de valores. Hay que despertar de ese inmovilismo servil de la sociedad trabajadora. Ha de surgir la clase trabajadora emprendedora en el hacer y en el ganar. Ha de aparecer el empleado empresario que negocie su beneficio en base a su aportación.
El empresario del café, copa, puro y chofer está obsoleto. Empobrecen a muchos y sólo ganan ellos. Es la hora del individualismo y la capacidad individual de hacer mejor las cosas. Ha llegado la hora del trabajador, la del especulador o artista en el timo ya pasó.