Debemos reinventarnos en tiempos de crisis. Debemos redefinir nuestra profesión no en base a estudios y experiencias anteriores, sino con relación a nuestras aptitudes, habilidades y aficiones personales ya que estas son innatas en nosotros.
Acomodador es una profesión pero dudo que sea una afición que focalice las aptitudes y habilidades de quién la ejerce. Los mismo podríamos decir de los Médicos, ya que si a los conocimientos universitarios no se suman ciertas aptitudes y habilidades personales probablemente surgirá la mediocridad. Sabemos que un taxista conoce de calles pero poco nos dice esa profesión de las habilidades y aficiones de cada uno. Y así podríamos extendernos con la mayoría de las profesiones que poco dicen de las auténticas capacidades individuales.
Somos energía potencial en espera de poder transformarnos en energía cinética. La fuerza que generemos dependerá de si podemos focalizar nuestras aptitudes y habilidades personales en una actividad que las aproveche y no las limite. La productividad y competitividad dependen de ello.
El trabajo o profesión dicen poco del individuo, que es lo que realmente importa. Sabemos por anuncios y por empresas de selección que hay poca creatividad en la búsqueda y selección de candidatos. En muchos casos simples formularios intentan sintetizar la información y ello impide que la marca personal brille con luz propia y pueda asociarse al empleo más adecuado.
Hemos de reinventarnos. Debemos aprender a decir lo que nos gusta y para qué valemos. A partir de ahí puede haber una profesión que lo sintetice o puede que debamos bautizarla. Lo que no es permisible es que hayan nombres tan genéricos para definir una profesión en un mundo con tantas especialidades y con seres tan distintos siendo todos humanos