Tanta crítica política inmoviliza y desmotiva. Lo peor es que cuando se produzca el relevo por desgaste del actual líder, el que ascienda también dependerá de un desconocido equipo de gobierno para ser efectivo y eso es más de lo mismo si el nuevo líder lo es por cargo y no por méritos y aptitudes debidamente contratadas en el terreno productivo.
Debería encontrarse a alguien nuevo, desconocido en política, no acomodado en el cargo ni en los hábitos de un trabajo estéril dedicado a la crítica destructiva. Alguien con carisma y buen perfil profesional, con éxitos y fracasos a sus espaldas, bien preparado y acreditado por colegas, capaz de ilusionar y con gran capacidad de trabajo, a ser posible efectivo y no parlamentario.
España va mal y España es la suma de todas sus comunidades autónomas y ninguna va bien a pesar de sus diferencias culturales y lingüísticas. Ninguna comunidad puede erigirse en ejemplo a seguir a pesar de sus diferencias políticas. Todo falla y solo la corrupción es común en casi todas.
Hemos de reaccionar como País. Despertar de tantos años de progreso inmerecido a costa de la especulación inmobiliaria y crediticia.
Tenemos que agudizar el ingenio colectivo y dar el salto a través de la innovación en el trabajo, en los sindicatos, en las actitudes, en los empleos, en los sectores, en las actividades y en los nuevos empresarios.
Hay que trabajar e innovar para vivir, si lo hacemos bien ya vendrán tiempos para vivir mejor. Ha llegado el momento de actuar y arriesgar con nuevas decisiones. No sirve hacer lo que hacen otros países, hemos de ser creativos con nuestros problemas y nuestra realidad social.
Hay gente muy inteligente y trabajadora en España pero focalizan su talento y esfuerzo a su profesión. Esa gente debe ayudar. Deben ser escogidos y promocionados para optimizar los recursos y capacidades de sus respectivas comunidades. No es posible adentrarse en el siglo XXI con políticas y leyes de siglos pasados y con ideas políticas simplistas e inadecuadas.
Estamos en estado de excepción. Hay un enorme colectivo en paro y hay que integrarlos cuanto antes en nodos productivos, no pueden esperar tiempos mejores o que nuevas elecciones traigan pan a las mesas. Las empresas necesitan estabilidad en ningún caso incertidumbre política.
Necesitamos que el sentido común y el buen quehacer se imponga a las Leyes pues hemos de aprovechar las nuevas tecnologías para hacernos un hueco en el nuevo mundo económico y en ese terreno la legislación siempre irá por detrás de lo que se haga y no puede impedir dirigirnos a lo nuevo, a lo que aporta más valor añadido.
Sin duda sería más efectivo asistir a sesiones parlamentarias con la participación de tecnócratas y científicos que marquen objetivos y líneas de trabajo coherentes con el conocimiento en base al talento disponible y a las necesidades reales que las actuales sesiones de parlamentarios en las que ni la palabra parece ser la mejor aptitud de algunas de sus señorías.