El talento que no se ve

Hay talentos que se gritan y otros que se esconden. Algunos brillan en los currículums, otros solo despiertan cuando nadie los espera. Se habla del talento como si siempre fuera evidente, como si llevara cartel. Pero el más valioso a menudo está oculto, dormido en quien aún no ha tenido la oportunidad —o el desvío inesperado— que lo haga surgir.

Hay personas que nacen sabiendo sin saber que saben. Otras que solo descubren lo que son capaces de hacer cuando lo imposible se les planta delante. El talento no siempre está donde se busca, y rara vez obedece a los métodos con que se mide. Porque no es una técnica ni un título, sino una forma de estar en el mundo que transforma la acción en destreza y la destreza en sentido.

En un sistema que premia lo visible, lo cuantificable, lo certificado… quizás la chispa esté en rescatar lo invisible: el talento latente, el que no busca aplauso, el que espera su instante para encenderse sin aviso.