La inquietud de haber elegido bien

De ser un tren, no recuerdo la cantidad de cruces y desvíos que he recorrido. Cada uno de ellos parecía decisivo en su momento, aunque el traqueteo del tiempo terminó por diluir la claridad de aquellas elecciones.

Lo peor no es el olvido, sino la duda persistente: ¿elegí bien los desvíos? ¿O acaso fui arrastrado por vías que nunca escogí realmente? Esa incertidumbre late como un eco en los túneles de la memoria.

Quizá la vida no se mide por la exactitud de nuestras decisiones, sino por el movimiento mismo: seguir avanzando, incluso sin saber si el rumbo es el correcto. Tal vez lo esencial no esté en haber elegido bien, sino en no haberse detenido jamás.